lunes, 25 de marzo de 2019

UNA EXPERIENCIA PERSONAL



La dirigencia deportiva en algunos casos como el mio, puede comenzar cuando un padre lleva a su hijo a practicar un deporte al Club elegido. En ese momento el padre empieza a colaborar con las necesidades de los niños que practican deporte junto a su hijo.
El clima familiar impulsa a involucrarse y, a  medida que pasa el tiempo, se produce un mayor compromiso con la actividad, llevar la ropa, conseguir un micro, armar una colación o ser delegado.
Al principio, parece que los tiempos para el desarrollo de estas funciones no van a ser posibles, y de a poco, todo el cariño que brindan los niños incentiva y nos hacen sentir importantes, algo que compromete a dar más en respuesta a ese cariño recibido.
Después de este inicio, comienza la historia de crecer dentro del grupo de padres que se va formando cuando estos acompañan a sus hijos a los partidos, viajes o pre temporadas que se disputan, y uno se va convirtiendo en padre de los hijos de los demás.
Luego, uno se involucra en las reuniones de la "subcomisión". Todo esto transcurre con gran velocidad, ve crecer a los niños y forma parte de su desarrollo personal, y el hecho de sumarse año a año nuevos niños, da mayor confianza para moverse con una gran cantidad de deportistas, sin tomar conciencia de la responsabilidad que depositan los padres en el dirigente. A veces, ni uno mismo se da cuenta de la importancia que tiene para la vida de esos niños. Y aparece el gran desafío de crecimiento dentro del Club, que es representarlo en las distintas federaciones, donde se intercambian vivencias con sus pares e intenta imitar los buenos ejemplos en su propio Club.
Posteriormente se forma parte de las decisiones que se toman en las federaciones, como la organización de campeonatos en los que participa el Club, y ese es el momento donde se consolida dirigente deportivo porque las tomas de decisiones son generales y para todos los Clubes.
Otro paso fundamental son los viajes al interior, donde el intercambio cultural y deportivo con otros dirigentes da una gran experiencia. Queda claro que uno va eligiendo el perfil de su propia proyección dentro de su Club, poniéndose diferentes objetivos, delegado de alguna disciplina, colaborador de una subcomisión, formar parte de la comisión directiva o ser el presidente de la Institución.
El balance de años de dirigente es cuando uno se encuentra con alguno de esos niños que hoy son deportistas consolidados, caminando con sus hijos por la calle y el reconocimiento y cariño que uno recibe de ellos es el mayor premio que se puede tener en esta vocación.
Lo que pareció ser una colaboración momentánea, terminó siendo una necesidad de vida. Es a todos ellos que me debo y a quienes dedico estos conceptos que representan nada más y nada menos que el objeto de todo esto

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