La dirigencia deportiva
en algunos casos como el mio, puede comenzar cuando un padre lleva a su hijo a practicar un
deporte al Club elegido. En ese momento el padre empieza a colaborar con las
necesidades de los niños que practican deporte junto a su hijo.
El clima familiar impulsa a
involucrarse y, a medida que pasa el tiempo, se produce un mayor
compromiso con la actividad, llevar la ropa, conseguir un micro, armar una
colación o ser delegado.
Al principio, parece que los
tiempos para el desarrollo de estas funciones no van a ser posibles, y de a
poco, todo el cariño que brindan los niños incentiva y nos hacen sentir importantes, algo que compromete a dar más en respuesta a ese cariño recibido.
Después de este inicio,
comienza la historia de crecer dentro del grupo de padres que se va formando
cuando estos acompañan a sus hijos a los partidos, viajes o pre temporadas que
se disputan, y uno se va convirtiendo en padre de los hijos de los demás.
Luego, uno se involucra en
las reuniones de la "subcomisión". Todo esto transcurre con gran velocidad, ve
crecer a los niños y forma parte de su desarrollo personal, y el hecho de
sumarse año a año nuevos niños, da mayor confianza para moverse con una gran
cantidad de deportistas, sin tomar conciencia de la responsabilidad que
depositan los padres en el dirigente. A veces, ni uno mismo se da cuenta de la
importancia que tiene para la vida de esos niños. Y aparece el gran desafío de
crecimiento dentro del Club, que es representarlo en las distintas
federaciones, donde se intercambian vivencias con sus pares e intenta imitar
los buenos ejemplos en su propio Club.
Posteriormente se forma parte
de las decisiones que se toman en las federaciones, como la organización de
campeonatos en los que participa el Club, y ese es el momento donde se
consolida dirigente deportivo porque las tomas de decisiones son generales y
para todos los Clubes.
Otro paso fundamental son los
viajes al interior, donde el intercambio cultural y deportivo con otros
dirigentes da una gran experiencia. Queda claro que uno va eligiendo el perfil
de su propia proyección dentro de su Club, poniéndose diferentes objetivos,
delegado de alguna disciplina, colaborador de una subcomisión, formar parte de
la comisión directiva o ser el presidente de la Institución.
El balance de años de
dirigente es cuando uno se encuentra con alguno de esos niños que hoy son
deportistas consolidados, caminando con sus hijos por la calle y el
reconocimiento y cariño que uno recibe de ellos es el mayor premio que se puede
tener en esta vocación.
Lo que pareció ser una
colaboración momentánea, terminó siendo una necesidad de vida. Es a todos ellos
que me debo y a quienes dedico estos conceptos que representan nada más y nada
menos que el objeto de todo esto
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